“ESTOY SÓLO Y NO HAY NADIE EN EL ESPEJO”. Frase atribuida a J.L.Borges. Dr. J.C.Gimenez

El ser humano es un ser social por naturaleza, desde que nace hasta que muere. Necesita de los demás para vivir. Su condición de fragilidad lo convierte en solidario y lo lleva a comunicarse con los otros, no solo para subsistir, sino también para evolucionar hacia la realización personal: ser quien realmente es.
En principio, la soledad es una condición de malestar emocional que surge cuando una persona se siente incomprendida o rechazada por otros o carece de compañía para las actividades deseadas, tanto físicas como intelectuales o para lograr intimidad emocional.

La experiencia de soledad, es la sensación de no tener el afecto necesario deseado, lo cual provoca angustia, desolación y hasta sufrimiento.
La soledad más importante es la que deviene de sentirse excluido, de no tener acceso, por alguna razón, a ese mundo de interacciones tiernas y profundas, del que todos creemos idealmente que los los demás disfrutan. Es tomar conciencia que no se tienen las oportunidades y las satisfacciones de las que los demás participan. Concluye en “déficit relacional” o de valor, en las relaciones interpersonales provocando que la experiencia sea desagradable.

En efecto, no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Estar solo no es siempre un problema. Todos pasamos tiempo solos y aprovechamos para conseguir ciertos objetivos. A veces deseamos estar solos porque ciertas cosas no pueden hacerse de otra manera Evidentemente, la soledad deseada y conseguida no siempre constituye un problema para las personas, incluidas las personas mayores.

Sentirse solo, en cambio, es algo más complejo y paradójico, ya que puede ocurrir incluso que lo experimentemos estando en compañía. En este sentido, la soledad es una experiencia subjetiva que se produce cuando no estamos satisfechos o cuando nuestras relaciones no son suficientes o no colmaron nuestra expectativa.

Hay otra soledad, esa elegida para el desarrollo de una vida interior que es vivida de manera positiva, como puede ser el caso de algunos científicos y escritores, que la creen necesaria para la reflexión, la introspección y para el desarrollo de su ingenio y creatividad. Cuando se la elige, la soledad (que padecida es triste y negativa) se convierte en fuerza para la verdad y el bien. 

“La soledad es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, es un momento de reflexión” Antoine de Saint-Exupéry.

Lo contrario a la soledad no es la compañía, es el autoconocimiento.

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