YO DOCTOR
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL HA LLEGADO A LA MEDICINA
Desde los antiguos médicos como Galeno, el objeto de la Medicina no ha sido otro que mejorar la salud. La Medicina ha discurrido por un largo y sinuoso camino, y en medio de siglos de historia, muchas han sido las invenciones tecnológicas, pero hoy se encuentra frente un una realidad que atraviesa a la ciencia en general: la Inteligencia Artificial (IA) que ya está generando cambios disruptivos en diversos escenarios del área de la salud.
Desde Hipócrates hasta la Inteligencia Artificial.
Durante un gran pasaje de la historia la relación entre las máquinas y la Medicina fue discreta. Por miles de años, la persona encargada de la salud, ya fuera el chamán en culturas ancestrales o el médico de la época medieval, contaba para el diagnóstico de las enfermedades con poco más que sus sentidos. En el medioevo, el médico observaba al paciente, escuchaba con atención el relato de los síntomas, auscultaba al apoyar la oreja contra el tórax del enfermo, palpaba la zona anatómica de interés y, en casos particulares, inspeccionaba y probaba la orina del paciente. Parece poco, pero en Medicina, para lograr un diagnóstico acertado, los órganos de los sentidos fueron, por mucho tiempo, todo o casi todo. Con el transcurrir de los años se perfeccionaron las técnicas de inspección, palpación y auscultación, y con ello, la Semiología se convirtió en piedra angular del diagnóstico clínico e hizo de la intuición un arte, lo que en algún momento se empezó a llamar ojo clínico.
¿Porqué el auge de las especialidades médicas?
En la actualidad, si bien los médicos siguen utilizando la misma metodología descrita por Hipócrates hace más de dos mil años, también tienen acceso a nuevas, vastas y valiosas fuentes de información. De hecho, las pruebas de laboratorio, las imágenes, la secuenciación del ADN, la patología molecular y los avances tecnológicos de la híperconectividad, permiten evaluar nuevas características de la salud de un individuo. Como resulta imposible procesar toda esta información y generar conocimiento útil a partir de ella, en detrimento del viejo método hipocrático, intentan ultra-especializarse cada vez más en un sector determinado de la medicina.
La Big Data le abrió la puerta a la Inteligencia Digital.
Un elemento primordial en algunas aplicaciones de la IA es disponer de grandes bases de datos. En el contexto médico, la cantidad de datos que se almacenan hoy en día es gigante y en años venideros se generarán en cantidades enormes. No solo provendrán de historias clínicas, sino de laboratorios clínicos, imágenes diagnósticas, publicaciones científicas, redes sociales Laonline, aplicaciones móviles, bases de datos biomédicas, wearables y todo tipo de sensores de tecnología ubicua. Así, el problema no será de dónde obtener los datos, sino qué hacer con tantos datos; en otras palabras, el problema real será “pensar la información” y ésta es por primera vez en la historia, gracias a los humanos, la oportunidad que las máquinas lo hagan a un nivel superlativo debido a su extraordinaria capacidad de cómputo. Esto contrasta con otras épocas, ya que anteriormente la información clínica con la que el médico contaba para diagnosticar tenía cabida en su cabeza, pero hoy las cosas son muy diferentes, pues la información desborda las capacidades humanas y es allí, tanto en almacenamiento como en procesamiento de datos, donde los computadores superan con creces al ser humano.
¿Un nuevo paradigma?
Los algoritmos como sucede con la mente humana, son cajas negras, pero sin responsabilidad. La utilidad está en que las máquinas pueden informar a los médicos y hacer más fiables sus decisiones al procesar con gran exactitud grandes conjuntos de datos o imágenes. Pero además, el advenimiento de la IA en Medicina debería plantearse más bien como un cambio de paradigma, donde el médico evolucionaría en un entorno de trabajo colaborativo, en el que las máquinas y los humanos hasta podrían interactuar para la toma de decisiones médicas. Incluso para aquellos casos en que estas decisiones pueden definirse claramente con un algoritmo, los ordenadores podrían reemplazar a los humanos. Ello no implicaría la desaparición del rol profesional del médico, muy por el contrario, éste tendríanmás tiempo para perfeccionarse en “el arte de la medicina”. Por ejemplo, si los sistemas automáticos son capaces de hacer diagnósticos por imágenes de rutina, los médicos podrían pasar más tiempo interactuando con los pacientes, analizando situaciones más complejas y decidiendo la conducta a seguir.
Toda innovación tiene su riesgo.
¿Cuál es el riesgo? Que la Inteligencia Artificial aplicada a la Medicina, tal como ha pasado con la Medicina Basada en la Evidencia, pueda ser fácilmente capturada por los intereses comerciales y terminar convirtiéndose en parte del proceso, ya iniciado, de empobrecimiento de la inteligencia clínica, la complejidad relacional y la ética inherente al cuidado.
Dr. Juan Carlos Gimenez