Para tratar de entender la importancia de la buena comunicación médica que debe existir en la relación médico-paciente hay que evaluar los aspectos de la formación profesional, ya que en general los médicos no están preparados para la atención de personas sanas (prevención) sino para la atención de personas enfermas (curación).
Es más, el axioma tradicional aceptado es que “LA MEDICINA ES LA CIENCIA Y EL ARTE DE CURAR” no incluye como objetivo al sujeto sano, por lo que no tiene en cuenta la PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES. Todo comienza en la enseñanza universitaria donde desde lo teórico, se aborda el proceso SALUD-ENFERMEDAD con un enfoque netamente patologista, a través de las distintas asignaturas.
Es más, en la práctica hospitalaria se “personaliza” la enfermedad y “deshumaniza” al paciente. A la enfermedad, “un ente”, constituido por los signos y síntomas del paciente, que fueron obtenidos al lado de su cama, a los que se suman los estudios complementarios y la Historia Clínica, se le da un nombre (la Tuberculosis, el Cáncer, la Hernia Hiatal, etc.), y el grupo de alumnos junto con el instructor, se la llevan para poder “enseñar/aprender” la Medicina a través de ella.
El paciente, “una persona”, queda reducido a un número de cama y a un número de Historia Clínica, sintiendo que los médicos se quedaron con la enfermedad y a él lo dejaron con su incertidumbre, sus miedos y su soledad. Siente que les interesa más la enfermedad que él mismo.
Esta es la razón que en su aprendizaje, los futuros médicos se relacionan mucho más con las enfermedades, que con los enfermos. El déficit comunicacional de los médicos con sus pacientes, tiene su punto de partida en la forma que se ha enseñado y se continúa enseñando Medicina, ignorando que se encontrarán con una dura realidad: cuando sean médicos, en el consultorio se encontrarán con ENFERMOS, no con enfermedades. En la relación médico-paciente, actualmente el médico dirige su objetivo principal al diagnóstico de la enfermedad y tiende a reducir a la persona simplemente al cuerpo humano; interroga al paciente buscando la enfermedad y sus causas, más que interesarse “quién es ésa persona que tiene una enfermedad”. Esta situación hace difícil una verdadera comunicación ente el profesional y el paciente que asegurare un buen resultado del tratamiento indicado. Como ha expresado Conrado Viabora: “Nunca como hoy la medicina ha estado tan cercana a la enfermedad y tan alejada del enfermo”.
Al factor condicionante que se encuentra en la formación de pre-grado, se agrega un factor social. Habitualmente es difícil que una persona “sana”, que no percibe síntomas ni presenta signos de enfermedad concurra espontáneamente a un consultorio. El sano, preocupado en conocer su estado de salud y que por ello, concurra a un consultorio clínico para averiguarlo, no está incorporado culturalmente en nuestra sociedad. Habitualmente hay más conciencia en la sociedad por la “salud dental”, ya que los odontólogos son los profesionales que atienden consultas de personas preocupadas del estado de sus piezas dentarias.
Es decir, que para que concurra una persona sana al consultorio, tiene que existir un cambio cultural en la población, que necesariamente tiene que estar basado en la información, para que cada persona sana entienda que “LA MEJOR MEDICINA ES LA QUE PREVIENE LA ENFERMEDAD” y comience a concurrir a los consultorios médicos para controlarse en salud.
Finalmente hay un tercer factor, provocado por los cambios socioculturales del fin del siglo XX y comienzos del siglo XXI, hacen que la relación médico-paciente tenga otra característica.
Por el gerenciamiento y la masificación del sistema sanitario, el médico de hoy, al servicio de entidades de salud atiborradas y en crisis, no solo suele ser apabullado por el sufrimiento y dolor de sus pacientes; si no que es hostigado a diario por crecientes volúmenes de información, tecnologías, protocolos, leyes y normas que cambian continuamente; siendo difícil discernir cómo cumplir cabalmente con la esencia de su acto: ser competente y estar al servicio del bienestar de sus pacientes.
El médico, expuesto a sobrecarga laboral, al sufrimiento ajeno, a la tecnología y protocolos a cumplir, además se le exige competencia y empatía.
La tecnología le brinda a la sociedad a través de las redes, información sobre temas de salud, por lo que hay mayor acceso de la población a la información de temas médicos a través del periodismo especializado. El incremento de la información médica disponible vía INTERNET mayor provoca más conciencia de los pacientes de sus derechos. Los cambios producidos en la organización de salud, con un sistema sanitario gerenciado y masificado, donde se prioriza el costo/beneficio sobre la calidad de la atención, el médico es un mero prestador de servicios y al paciente es un usuario.
Esta última concepción economicista de la Medicina es la que, con mayor fuerza, ha originado un quiebre en la relación médico-paciente, al menos en lo que se refiere a la visión hipocrática de ella. No es que los conceptos de la economía moderna no deban influir en la administración de salud, muy por el contrario, pero como todo concepto llevado a la práctica en forma excluyente, termina por distorsionar la conducta humana.
Uno de los principales detonantes del cambio cultural de nuestra sociedad, es el papel protagonista que están adquiriendo los pacientes dentro del sistema sanitario, hacia un perfil de paciente más activo que desea estar siempre informado de manera solvente y comprensible sobre sus problemas de salud y puede tomar decisiones autónomas respecto a la atención sanitaria que se le propone. En Medicina no puede existir prevención si se ha perdido el lenguaje coloquial en la consulta clínica. La comunicación entre el médico y el paciente significa mucho más que una Anamnesis. El proceso comunicativo caracteriza el comportamiento y el desarrollo humano por su complejidad y especificidad, situación que determina toda relación interpersonal. En el desarrollo personal cada individuo adquiere experiencias en sus actividades, mediante las cuales se representa el mundo y le va dando un significado específico. Mediante la comunicación con otros seres va cambiando sus representaciones y significados, proceso que tiene un impacto transformador y enriquecedor para la personalidad, lo que tiene una importancia vital en la relación médico-paciente