SINDROME DE LA CABAÑA

INTRODUCCIÓN: Conocido también como Fiebre de la Cabaña, se refiere a la angustia o inquietud por claustrofobia que experimenta una persona o un grupo de personas, que permanece confinada en un lugar aislado o en un lugar cerrado, durante un tiempo prolongado, vivenciando esa situación como «estar en prisión». Una persona puede experimentarlo cuando simplemente se encuentra aislada dentro de una casa de vacaciones en el campo, también cuando pasa largos períodos bajo el agua en un submarino, o cuando está aislada de la civilización. Durante el Síndrome de la Cabaña, una persona puede experimentar somnolencia o insomnio, desconfianza de cualquier persona con la que se encuentre, o sentir el impulso de salir, incluso en condiciones adversas como mal tiempo o visibilidad limitada.

No es una enfermedad en sí misma, y no tiene prognosis. Sin embargo, los síntomas relacionados pueden llevar al paciente a tomar decisiones irracionales, las cuales potencialmente podrían arriesgar su salud, o lo que es peor, poner en riesgo su vida o la vida del grupo con el que está confinado. Ante la pandemia de coronavirus, en casi todo el mundo se adoptó -con mayor o menor anticipación según cada país- el aislamiento social como la medida más efectiva para evitar contagios, mientras se intentaba descubrir una vacuna contra el Covid-19.

No obstante, esta medida aconsejada por los infectólogos más reconocidos a nivel mundial, tiene sus «efectos adversos». 

Es que tras un prolongado período de tiempo confinado a mantenerse en el reducido espacio de la casa, con la limitación en salidas y paseos y realizando poco esfuerzo, es posible acostumbrarse a esta nueva situación.

Así, en algunas personas, cuando llegue la hora de poder salir sin restricciones a la calle, se puede generar una sensación de miedo y temor. Este trastorno emocional recuerda al mencionado síndrome de la cabaña, y quienes pasan la cuarentena solos, tienen más posibilidades de desarrollarlo.

ANTECEDENTES: Su nombre original es “cabin fever” (Síndrome de la cabaña), y se empezó a usar a principios del siglo XX, en Estados Unidos, especialmente en aquellas zonas donde, debido a los intensos y largos inviernos, sus habitantes se veían obligados a pasar un extenso período sin salir de su casa. Se lo utilizó  para describir un tipo de estado mental que también se conoce como “locura de pradera” o “locura de montaña”.. El doctor Paul Rosenblatt, profesor de Ciencia Social de la Familia en la Universidad de Minnesota, EEUU, realizó un estudio durante el clima invernal extemo, de los años 80 con habitantes de ese Estado rural, para relacionar el aislamiento con sus experiencias. Entre las descripciones más destacadas pudo constatar diversas sensaciones: insatisfacción en el hogar, desasosiego, aburrimiento, irritabilidad y necesidad de romper la rutina. El concepto de síndrome de la cabaña se utilizó también como tema en la novela “Crimen y Castigo” Fyodor Dostoievski de 1866, la película de Chaplin de 1925 “La fiebre  del oro”, la novela de Stefan Zweig de 1948 “El juego real”, la película de terror de 1980. “El resplandor”, la película de terror psicológico de 2019 “El faro” narra la historia de dos fareros que comienzan a perder la cordura cuando una tormenta los deja varados en la isla remota donde están apostados.

Este trastorno es un estado mental que se da en personas que forzosamente viven dentro de espacios estrechos, remotos, aislados o monótonos.

CARACTERÍSTICAS: Este concepto también sirve para describir el miedo por salir a la calle. Miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de la vivienda, temor a realizar actividades que antes eran cotidianas, como trabajar fuera de casa, tomar medios de transporte público o relacionarse con otras personas poco conocidas. No se trata de un trastorno psicológico, más bien hablamos de una consecuencia conocida, o incluso podría verse como “natural”, al hecho de pasar tanto tiempo confinados. Quien experimenta el síndrome de la cabaña puede experimentar ahora, por un lado, confort, seguridad y tranquilidad en las actividades en casa, pero a la vez puede sentir ansiedad, evitación e irritabilidad por el mero hecho de pensar en salir a la calle o retomar la vida que tenía antes del confinamiento”

El estado de alarma provocado por la crisis del Coronavirus ha obligado a estar confinado y ha cambiado la rutina de las personas. El encierro en casa ha provocado que la mayoría de las personas hayan tenido que habituarse a una realidad desconocida. Una situación nueva a la que hay que hacer frente y que tiene sus peligros. Luego de varios meses la salud mental de muchas personas se ha visto afectada. Una situación que ha ido pasando por varios periodos, con diversas preocupaciones.

La primera etapa fue la de la restricción inicial, en que los factores de estrés tenían que ver con una serie de variables como la longitud inicial de la cuarentena, la gran cantidad de información en los medios, la pérdida de nuestras rutinas, las dificultades financieras, la incertidumbre  de contar con suministros necesarios,  la frustración y el aburrimiento”.

Este periodo se caracterizó por distintos grados de frustraciones y angustias asociadas a la pérdida de contacto con seres queridos, obtener fuentes confiables de información y evitar el contagio del Covid-19. También, incertidumbre en muchos casos, por los efectos económicos e inestabilidad de las fuentes laborales.

Para los profesionales que trabajan en salud mental, la fiebre de cabaña se asocia con términos como «claustrofobia» o «trastorno afectivo estacional». 

CLASIFICACIÓN: La mayor parte de la sociedad lo está pudiendo  sobrellevar, salvo un número significativo de personas que ha presentado algunos cambios y dificultades relacionadas con salud mental.

A estos pacientes se  los puede dividir en dos grupos:

a) El primero está conformado por personas con trastornos psiquiátricos previos que experimentaron descompensaciones. 

b) El segundo corresponde a quienes sien saludables, presentaron trastornos psicológicos tales como:


Desórdenes de ansiedad 

Trastornos del ánimo 

Abuso de sustancias

Violencia intrafamiliar

Trastorno por estrés postraumático.

Estrés, Sindrome de Burnout

Recuperar los hábitos y la vida rutinaria, no va a ser fácil; pues no se retomará la rutina tal como era hasta antes de la pandemia, ya que tanto las personas como las cosas han cambiado. Muchos se están enfrentando nuevos desafíos, como la reciente expansión de un diferente modo de trabajar, la adecuación de la interfase físico-digital, además del clima emocional de tristeza y duelo que enfrentan muchas familias. Por lo tanto, será una especie de transición hacia algo progresivamente más definitivo.

La experiencia de países nórdicos muestra que después de un tiempo prolongado de confinamiento se puede presentar el Síndrome de la Cabaña, situación en que se comienza a experimentar el desgaste por falta de contacto con la Naturaleza, el aislamiento social y las rutinas de encierro pero que debiera ceder gradualmente con el desconfinamiento.

El hecho de dejar el espacio de seguridad que otorga el hogar, acostumbrados por meses a la rutina  de transitar por los mismos espacios, hacen que hoy salir al espacio público, con la rapidez vertiginosa de la calle y la incertidumbre de los nuevos cambios,  puedan generar  temor y ansiedad que habrá que enfrentar progresivamente haciendo una programación adecuada de la agenda y los ritmos horarios.

CONCLUSIÓN: Se recomienda intentar que las salidas sean graduales, para ir experimentando poco a poco la sensación de control, logro y seguridad. También, confiar en la efectividad de las medidas de protección y resguardo  para evitar el contagio, pues es importante preocuparse por el cuidado y no aterrarse, de lo contrario la persona se arriesga a quedar inmóvil y congelada. Es esperable que exista un periodo de adaptación. 

Una terapia para el síndrome de la cabaña es tan simple como salir e interactuar directamente con la Naturaleza. Las investigaciones han demostrado que incluso las interacciones breves con la naturaleza pueden promover un mejor funcionamiento cognitivo, apoyar un estado de ánimo positivo y un bienestar general. Escapar del confinamiento del interior y cambiar de paisaje y entorno puede ayudar fácilmente a una persona para que supere su manía. Salir para experimentar la apertura del mundo estimula el cerebro lo suficiente, como para eliminar los sentimientos de intensa claustrofobia, paranoia e inquietud asociados con dicho síndrome.

Hay poca evidencia de que quienes padecen el Síndrome de la Cabaña hayan acudido a terapeutas o consejeros para recibir tratamiento; la mayoría de los pacientes simplemente comentan sus síntomas con familiares o amigos como una forma de lidiar con los sentimientos de soledad y aburrimiento. Sin embargo, hay casos de síndrome de la cabaña que se diagnostican como depresión de la temporada invernal o trastorno afectivo estacional. En caso de que se prolongue en el tiempo y que limite considerablemente la calidad de vida, hay que consultar a un especialista.  En una primera etapa la alternativa para estos pacientes es aprovechar el uso de la Telemedicina.

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