EL DOLOR ES UN DOCENTE QUE CARECE DE PEDAGOGIA

El ser humano es un gran misterio, aún no plenamente develado y el amor, el trabajo y la cultura forman la trama fundamental de su quehacer existencial. El dolor y el sufrimiento cabalgan de manera inseparable en la existencia humana y cualquiera que sea su característica, la percepción y la expresión del dolor estarán siempre condicionados por el grado de atención, el estado emocional, la cognición, la personalidad y las condiciones de vida de un enfermo, por lo que existen marcadas diferencias en cuanto a la actitud de las personas frente a una experiencia dolorosa. No es difícil de entender que el dolor es un fenómeno complejo, multicausal, producto de la interacción de factores psicológicos, fisiológicos y socioculturales. Desde lo subjetivo el dolor puede ser definido como una experiencia especial y sensorial desagradable asociado con daño tisular, pero también como una experiencia emocional que no se relaciona con la gravedad de la enfermedad subyacente, sino también de la personalidad de quien lo padece, de las expectativas del paciente, al significado del dolor y hasta de su estado anímico. El dolor humano no sólo es la expresión de un padecimiento, además tiene la función trascendente de hacernos conscientes de nosotros mismos y de la existencia y sufrimiento del otro. El dolor de enfrentar el dolor y no poderlo expresar, de inhibir respuestas, de reprimir reacciones, de justificar acciones que incluso causa más dolor, es parte del dolor del médico. Enfrentar el sufrimiento de un paciente, con todas sus implicaciones nos expone a tener que admitir nuestros propios temores, vulnerabilidad y limitaciones, a veces no reconocidas por nosotros mismos. Los médicos somos profesionales que diariamente tenemos contacto con el dolor y el sufrimiento, por eso esun gran desafío enfrentar la situación de personas que sufren diariamente y a la vez, mantener un interés vivo por sus problemas y sus tristezas. Esa exposición permanente al “dolor del otro” nos afecta emocionalmente y siempre existe el riesgo de manejar el dolor de manera anónima, intentando en vano de aliviar la atmósfera en la que debemos vivir diariamente los profesionales de la Medicina. Debemos aceptar las dificultades que tenemos para interpretar nuestras reacciones, el asombro que nos causa el reconocimiento de nuestros sentimientos, emociones y percepciones, el enigma del por qué actuamos como lo hacemos. El umbral de la sensibilidad al dolor de los demás no atañe sólo a los médicos, sino a otros profesionales sanitarios. Hay enfermeras muy competentes que a través de años de trabajo el dolor ya no les afecta profundamente, ya que en lugar de ver al paciente como un ser humano, con una visión integral de sus necesidades, centran su preocupación en lo que se requiere para responder a las necesidades clínicas de la persona. Los médicos también corremos el riesgo de considerar a los pacientes desde un punto de vista meramente pragmático, limitando su atención al diagnóstico y a las opciones terapéuticas. Aparte del contacto con el enfermo durante las diversas etapas de la consulta los médicos somos invisibles, absorbidos por actividades administrativas, cursos, consultas con colegas y conferencias. La concepción actual del dolor y su abordaje han sufrido grandes transformaciones desde lo místico y sobrenatural de la antigüedad, hasta el uso de la más alta tecnología de nuestros días, sin embargo, el componente cultural sigue presente en el ser humano. Los médicos debemos aceptar las dificultades que tenemos para interpretar nuestras reacciones, el asombro que nos causa el reconocimiento de nuestros sentimientos, emociones y percepciones, el enigma del por qué actuamos como lo hacemos. El abordaje de los individuos debe ser único e irrepetible por esas características propias de cada uno, haciendo que se impulse a los médicos a reconocerse a sí mismos, recorriendo un largo camino para tratar de descubrir lo insondable de su propio ser. Frente al dolor y al sufrimiento que ocasiona la enfermedad, existen situaciones que parecieran no trascender. Pero ellas también producen dolor, por tanto el médico tiene que brindar apoyo y solución, aceptando que, definitivamente, no existen soluciones universales y teniendo siempre presente la relación no es la diada médico-paciente, sino realmente un triada: médico-paciente-familia.

 

Dr. J.C.Gimenez

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