Así como ocurrió con la despatologización de la homosexualidad, que a partir de un estudio sobre la sexualidad de los norteamericanos constató un continuo de conductas diversas entre la heterosexualidad y la homosexualidad, se tiene que utilizar el término desmedicalización para suspender los tratamientos innecesarios. Se puede utilizar el término desmedicalización en dos sentidos: como desmedicalización de la sociedad, esto es como propuesta de reversión del fenómeno de medicalización o desmedicalización del médico, para referirse a un proceso deshumanización del profesional, y a este aspecto es el que se va analizar. En este último sentido, un ejemplo es la propuesta actual de desmedicalización del parto para evitar la intromisión exagerada de la atención sanitaria en un momento particular de la vida de la mujer y su hijo. Desmedicalización en este caso es sinónimo de humanización.
La desmedicalización del médico, connota un cambio del modelo médico tradicional de las últimas décadas. Nos referimos a la tendencia a abandonar el paternalismo tradicional y a la deshumanización.
Se plantea con base al respeto de los derechos humanos, la importancia de la transferencia de la responsabilidad y del poder de curar a los propios interesados, lo que se funda en la concepción de la igualdad entre los seres humanos y en una distribución homogénea del poder, en un afán democratizador. Esto coincide con la corriente de la bioética moderna originada en el seno de la sociedad norteamericana, en la que prima ante todo el principio de autonomía: la libertad ante todo. Esta es una característica fundamental de la posmodernidad en donde el individuo se transforma en la referencia de sí mismo.
El riesgo de aferrarse exclusivamente al principio de la autonomía en la atención de los individuos enfermos puede transformarse en abandono. En aquellas situaciones definidas por la propia etimología de la palabra: enfermedad, in firmus, no firme, débil, la responsabilidad cae sobre el médico que debe actuar en un delicado equilibrio entre su obligación de beneficencia y la obligación de respetar la voluntad de su paciente. El actuar médico es cuidar: una acción que ocurre entre un ser poderoso y otro debilitado. La desmedicalización se proyecta en pérdida de abrigo, de sostén, en abandono. Dany-Robert Dufour dice que los individuos de esta sociedad postmoderna “están más abandonados que libres”.
La relativización de los valores de compasión, ayuda, solidaridad, respeto por la vida humana y la dignidad de las personas, podría significar el fin del paradigma humanitario y ético que, desde los tiempos de Hipócrates, ha iluminado la medicina durante veinticinco siglos.
Los principales interrogantes que debemos plantearnos se tienen que orientar a cuáles son las consecuencias que pueden traer medicalización no solo para la salud sino para la vida en general y hacia dónde nos está llevando este camino que estamos tomando. Por empezar se están colocando etiquetas de enfermos a personas que anteriormente eran consideradas seres sanos y a los cuales se los está sometiendo a tratamientos innecesarios que traen acaparados diversos efectos adversos, no solo por el mismo proceso que fue catalogado como “anormal”, sino por las propias consecuencias de las terapias farmacológicas, que nunca son totalmente inocuas para los pacientes. Por otro lado, las alternativas no médicas de enfrentar los problemas están quedando en el olvido, tomándose como soluciones anticuadas, perdiéndose la capacidad de valerse por sí mismo. La población se hace de esta manera, más dependiente de la medicina moderna y de sus prestaciones sanitarias, las cuales a su vez necesitan más cantidad de recursos para dar respuesta a los interrogantes que le va planteando la sociedad.
Se debe reflexionar si la medicalización puede hacer una sociedad vulnerable:
a) Donde todos sean etiquetados con factores de riesgo para sufrir en un futuro alguna enfermedad, debiendo consumir medicación.
b) Que para evitar padecer cáncer de mama se realicen mastectomías sin medida.
c) Que quienes piensan que están enfermos, a pesar de estar sanos, consuman medicamentos para disminuir sus “probabilidades” de terminar padeciendo alguna enfermedad.
d) Que se nazca en una población donde no pocos nacen por cesárea programada y totalmente innecesaria (Cesárea a la carta), en vez de parto natural.
Si el consumo sanitario sigue incrementando, el mundo pasará a ser un gran hospital. Una sociedad más medicalizada es una sociedad con mayor percepción de malestar y dependencia. Lo cual se torna un círculo vicioso entre las exigencias de la población y los recursos de los que dispone el sistema de salud para responder a esas demandas.
Sin poseer una correcta información para tomar decisiones, gran parte de la sociedad puede llegar a empeorar si adopta tratamiento farmacológico para tratar ciertos factores de riesgo, antes de adoptar un cambio en su estilo de vida.
Una posible consecuencia de la medicalización de la salud es una sociedad viviendo de manera insana preocupada más por su bienestar que por su salud, pero muriendo aún mas enferma.
Para evitar esto desde la óptica sanitaria se debe fomentar la desmedicalización de la salud: es necesario cambiar las reglas del mercado y evitar que la libertad económica genere a través de la imposición del consumo, los cambios culturales que promueven la deshumanización y la violencia en todos los ámbitos de la sociedad. Junto con ello la tarea educativa más importante consiste en promover la empatía, es decir, la capacidad de ponernos en el lugar del otro, para sentir lo que el otro siente. Para que eso suceda es necesario lograr despertar sentimientos; no limitarse a reglamentarlos. Entender que una enfermedad es un pedido de ayuda, no solo una entidad científica. Lo que importa es ayudar, o mejor dicho “dar”, verbo de raíces muy profundas en la historia del ser humano, de origen religioso y vinculado en su profundidad con el sacrificio. No hay solidaridad sin sacrificio.