MUERTE SÚBITA
Dr. Juan Carlos Gimenez
Los textos médicos y profanos están repletos de descripciones impresionantes sobre la naturaleza apoplética de la muerte súbita. El nombre técnico de este caos eléctrico es FIBRILACIÓN VENTRICULAR. Clásicamente, el paciente se encuentra perfectamente bien en un momento y agoniza unos instantes más tarde. La detención de la circulación se acompaña casi siempre del cese de los movimientos respiratorios, aunque a veces pueden persistir durante corto tiempo unos pocos movimientos respiratorios jadeantes. Las pupilas dilatadas y fijas son comunes, así como una cianosis intensa. Se define como muerte clínica el período de tiempo durante el cual la circulación se ha interrumpido pero todavía persiste la vida a nivel celular. Los intentos de reanimación son factibles durante los primeros cuatro a seis minutos después del comienzo de la muerte súbita. Cuando se ha producido la muerte celular y la reanimación ya no es posible, se establece la muerte biológica irreversible.
Mayoritariamente, la causa inmediata que ocasiona la muerte súbita es la fibrilación ventricular. «Se trata del latido del corazón en forma desorganizada a mas de 600 latidos por minutos; esto produce que el corazón se desgaste en poco tiempo”. La fibrilación ventricular, manifestación de un «caos cardíaco», evita que se cumpla la acción de bombeo del corazón, impide que éste lleve sangre y oxígeno al resto del cuerpo.
Cuando el “sistema eléctrico” se daña bruscamente, sufre un “cortocircuito”. Los impulsos eléctricos, en vez de recorrer ordenadamente el tejido cardíaco, lo recorren sin control.
Las fibras musculares, en vez de contraerse y relajarse ordenada y rítmicamente, comienzan a contraerse de forma caótica, sin orden, sin ritmo, sin sentido. No logran latidos eficaces. No generan sístole ni diástole.
TORMENTA ELÉCTRICA: El corazón “tiembla”, incapaz de enviar sangre al resto del cuerpo. Si el corazón no bombea sangre de un modo eficaz, el resto del cuerpo no la recibe. A la vista de los testigos, la consecuencia de esta “tormenta eléctrica” es la misma que el para cardíaco completo. Los músculos pierden tono, el cerebro se “apaga”. La persona se desploma de forma brusca, sin tono muscular, sin respiración, sin signos de vida. SUFRE UNA MUERTE SÚBITA. Las manifestaciones son indistinguibles de aquellas de la asistolia.
Pero dentro del cuerpo de ese paciente la situación es muy diferente. Un electrocardiograma no muestra una asistolia, una línea plana. Lo que muestra es un TRAZADO IRREGULAR, que sube y baja, en forma de onda con diferentes longitudes. Detecta un “ritmo caótico”, un “funcionamiento arrítmico”.
Las células cardíacas todavía no están inutilizadas. Todavía están llenas de energía, todavía funcionan, todavía se contraen. El problema es que no lo hacen de forma eficaz. Están gastando su energía de forma inútil. Y no pueden deshacerse del estímulo eléctrico que corre descontrolado entre ellas. No pueden “descansar” para recargarse de nuevo.
Con el paso de los minutos, la energía de las células cardíacas se agotará. Y cuando eso ocurre, se pararán por completo. La FV se terminará convirtiendo en ASISTOLIA.
Se define como muerte clínica el período de tiempo durante el cual la circulación se ha interrumpido pero todavía persiste la vida a nivel celular. Los intentos de reanimación son factibles durante los primeros cuatro a seis minutos después del comienzo de la muerte súbita.
TODOS DEBEMOS TENER UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
Después de un paro se genera un abanico de sensaciones, como incertidumbre, negación, miedo a la muerte, tristeza, enfado, estrés de evitación o, por el contrario, de entereza para afrontar la enfermedad de manera activa mediante la búsqueda de soluciones. No se debe olvidar que además puede provocar cambios en la familia, en el hogar, con el círculo de amistades, incluso en el entorno laboral.
Debemos recordar que algunos seguimos vivos no sólo porque lo determinaron por las coordenadas del destino, sino porque alguien se preparó en RCP ya que sabía que otro podría sufrir MS y la iba a necesitar y también por haber ocurrido cercano a una área de protección cardiológica (DEA).
Los que decidieron aprender RCP lo hicieron con la convicción que se debe luchar contra la muerte prematura, especialmente contra la olvidada MS, ésa que viene sigilosamente desde atrás, que nos sorprende arteramente y de la cual todos podemos ser víctimas.
Por eso es necesario hacer una verdadera cruzada pidiendo una legislación que ayude a crear conciencia colectiva sobre la necesidad de aprender RCP y el uso del DEA colocados en áreas estratégicas.
Si bien la propuesta tiene fundamento en lo racional y lo científico, el núcleo vital de esta movida es esencialmente emocional, tendría que estar motorizado por todos aquellos que “volvimos” pero también por aquellos familiares de los que lamentablemente “no pudieron volver”. Sólo los que fuimos protagonistas y nuestros familiares más cercanos conocemos la trascendencia del tema.
No se debe esperar todo de Dios o coordenadas del destino. Creo más en la acción, en la actitud, en la decisión.
Tanto para aquellos que se quedaron sin sus afectos como para los que vivimos una Muerte Súbita Abortada, la vida ya nunca será la misma. Nuestras vivencias fueron intensas pero vividas en soledad. Son huellas que no se borrarán nunca.
A pesar que vivimos en el peor momento, inmersos en una sociedad donde sobra individualismo y falta solidaridad, somos seres anónimos que que pretenden encontrar a «gente como uno» capaz de tener un sentimiento común: darle un sentido a nuestra existencia luchando para conseguir una ley que les garantice a todos los argentinos tener «una segunda oportunidad”
Aunque se vive en una sociedad individualista e insolidaria, puede haber alguien que ante una MS intentará una RCP exitosa: «uno la hará sin recordar y otro la recibirá sin olvidar”. Siento un gran respeto por esos héroes anónimos.
FINAL: La salud no es sólo cosa de los sanitarios, sino que es un trípode que está sustentado sobre los profesionales, el Estado y la población. Son los tres pilares básicos. En este sentido, la educación a la ciudadanía, la formación no solo de los médicos, es fundamental para casos de emergencias como la muerte súbita. Se trata de tomar conciencia todos no sólo para elevar la disposición de recursos, sino también para impulsar la educación sanitaria destinada a identificar casos de emergencias y poder así contribuir a su atención temprana.